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Asistí, como otros años, tanto al World Press Photo de Perpinyà, dentro del Visa Pour L’Image, como a la presentación que se hizo durante diciembre en Barcelona de la misma exposición.

Ya llevo varios años comentando con un buen colega, amigo y muy buen fotógrafo, Marc Mallol, el tema del retoque extremo de las fotografías. En un campo como el publicitario o artístico se puede llegar a entender, pero de ninguna manera en el periodístico.

Este año creo que se han superado a sí mismos. Nos han presentado una imagen ganadora que ya roza la irrealidad. Normalmente, dentro del World Press Photo, se manipulan muchísimo las imágenes. La herramienta “perfilador” del Adobe Photoshop es la más utilizada con diferencia, pero se acostumbra a abusar de muchas otras herramientas, efectos y filtros.


Y como muestra, un botón: adjunto la imagen ganadora y debajo otra que realizó otro fotoperiodista, tal vez, este último con menos contactos:


Paul Hansen


Naamar Oman

Como podemos observar, la diferencia es abismal. Mientras, Paul Hansen nos muestra la realidad totalmente alterada en base a todo tipo de artefactos y trucos, Naaman Oran ha mostrado la REALIDAD tal y com es. Seguramente ha “revelado” la imagen, pero es que cualquier imagen en formato RAW, que es como se denomina al negativo digital, tiene que pasar por ese proceso, de la misma manera que se hacen procedimientos fotoquímicos analógicos. De todas formas, entre una imagen y la otra, existe una gran diferencia: la honradez.

Basta ya de abusar de filtros, cualquier imagen susceptible de llevar un mínimo exceso de retoque posterior, debería ser automáticamente descalificada.

No estoy en contra del punto de vista que puede adoptar o asumir un fotoperiodista. A veces, hay algún tema que puede ser tratado con un cierto toque artístico, como realizan a veces los fotoperiodistas con sensibilidad. Es el caso, por ejemplo, de Fausto Podavini sobre el tema del Alzheimer.


Fausto Podavini.

Sus imágenes se han impregnado de la enfermedad y de la sensación de compartir el día a día con esta situación. El resultado tiene una fuerza y una poesía inherente indescriptible. Y eso lo consigue sin caer en lo escabroso ni extremo.

Creo firmemente que el fotoperiodismo ha llegado a la mayoría de edad en el mundo digital y tendría que reflexionar mucho sobre el trabajo que desempeña. Y el World Press Photo también. Esta no es la primera fotografía "ultrarretocada" que ha presentado y premiado sin problemas. Hace tiempo que deberían haberse plantado y detener esta espiral.

Por otro lado, el pasado septiembre, en el Visa de Perpinyà, se presentaron unas fotografías de John C. Morris que me dejaron boquiabierto. Imágenes inéditas de la Segunda Guerra Mundial que finalmente no se habían publicado. Eran imágenes que hablaban por sí mismas, pero no mostrando interrogatorios con luces de flexo iluminando caras, sino interrogadores americanos acuclillados delante de sus interrogados en el portal de una casa, tranquilamente sentados.

Y caras de niños-soldado alemanes que supongo en aquel momento no era correcto mostrar al mundo. Muchos de estos niños-soldado murieron obligados por el régimen nazi, sin que nadie hiciese nada, porque eran el enemigo. Esto también nos demuestra, más de 60 años después, lo importante que es lo que se muestra y lo que no.

 

Escrito por Lluís Grifé.
(http://lluisgrife.blogspot.com.es)